Notas de un
emigrante XXIX
¡Forestales al
poder!
¡Tengo la
solución! ¡Sé cómo convertir el oficio del político en una profesión apreciada
y valorada! ¡Que sea obligatorio que sean los forestales los que la ejercen!
¡Esperad! Ya sé que pensáis: “Uiii, este Victor, ¿Cuántas cervezas alemanas se
habrá tomado? ¡El pobre! Ahora sí que se nos ha vuelto loco por completo.” Pero
dejad que me explique:
Hace una semana se me ocurrió apuntarme a un paseo por el
bosque de un pueblo cercano, a insistencia de un amigo. Una especie de paseo
guiado por el forestal del municipio, que iba a explicar cosas acerca del
bosque y sus árboles. Y luego dan de comer a los participantes. Ah, bien. Pues
me apunto. Nos reunimos en la plaza del pueblo unas cuarenta personas y ¡halas!
Nos encaminamos. Tenemos suerte y toca un día soleado, que aquí eso sí que es
tener suerte. Salimos del pueblo y subiendo una suave cuesta llegamos al
bosque. Unas vistas espectaculares de inicio de otoño, las primeras hojas se
tiñen de amarillo y rojo y en los campos ya solo queda el maíz por cosechar.
Por ahí abajo, se adivina el cañón del rio Rin con sus castillos, no muy lejos
de nuestro bosque. Caminamos un rato siguiendo el linde del bosque y antes de
adentrarnos, una paradita de descanso. Alguien se ha adelantado con el coche y
saca el almuerzo que consiste en tarta y – un orujo de la región. También hay
vino, blanco de la zona, que bien rico está. Me empieza a gustar el paseo, y
mucho. Anda que no se lo montan bien los de aquí. Recompuesto así las fuerzas,
nos adentramos al bosque y el forestal nos va explicando lo que vemos. Nos
paramos en una encrucijada de camino donde se aprecian dos tipos de bosque bien
diferente- por la derecha una plantación de pinos de palo largo, monocultivo
como los de eucaliptus en España, vivo pero que parece muerto, sin vida, sin
pájaros, sin luz. Nos explica el forestal que esto es el resultado de cuando se
hacían todavía talas rasas, “corte a hecho” que se llama en España, y luego se
plantan arboles de crecimiento rápido como el pino. Por la izquierda se ve el bosque bonito,
haya, roble, cerezo, bosque mixto donde la luz bailotea sobre las hojas de los
árboles, con setas en el suelo y el canto de los pájaros que se escucha por
doquier. Ahí, nos explica, se practica la tala selectiva, que solo se extraen
los árboles que tienen edad para ser cortados y se mantiene el ecosistema tal
como lo genera la naturaleza. “Y que sepan que un solo tronco de cerezo bueno
da más dinero al municipio que todo un tráiler lleno de pino” nos dice. Es que
buena parte de los ingresos de los pueblos de la comarca proviene de la venta
de madera. Señalo un haya que está cerca y pregunto: “?Este que tiene? ¿Unos 50
años?” y se ríe y dice: “Échale 100 más y aciertas”. Así que el ejemplar que
señalo tiene 150 años. De repente me doy cuenta que el trabajo de este hombre
consiste en administrar los cometidos de sus antecesores y encargarse de que el
municipio disponga de buena madera para vender dentro de 100 o 150 años. Es
decir, los frutos de su trabajo, las consecuencias de sus decisiones como
organizar y cuidar el bosque, lo recogerán sus bisbisnietos de aquí a 100 años
vista y valorarán si su tartarantecesor ha hecho bien su trabajo. ¡Eso sí que
es plantearse su trabajo a largo plazo! ¡Que dimensión de tiempo! Es eso que
tanto se echa de menos en la política actual y no sólo en la política española.
Que se piense en lo que dejamos a nuestros hijos y nietos. Mucho me temo que
poco tronco bueno les estamos dejando.
Mientras seguimos el paseo me quedo reflexionando sobre
nuestra vida contemporánea, donde derrochamos el capital de nuestros hijos y
nietos sin escrúpulos, sin pensar en ellos ni un solo minuto. Nos dedicamos al
consumo enloquecido derrochando recursos y si nos para la crisis, los políticos
no tardan en recordarnos que hay que consumir para mantener la economía a flote
y generar crecimiento económico. Y delante de mí, vestido con sus botas de
campo, sus pantalones de trabajo y su chaleco de gamuza, veo la espalda de un
hombre para quien ‘generar crecimiento’ tiene un significado completamente
diferente. El opuesto extremo de la ‘cultura’ del pelotazo, del dinero rápido. Piensa
en los robles, los hayas, los cerezos, alerces y abetos y que estén bien dentro
de un siglo para que den beneficio entonces a la comunidad propietaria del
bosque. Ver como contempla con cariño y
respeto a los arboles imponentes y centenarios aquel forestal cuadrado y
barbudo enternece a cualquiera que es capaz de percibirlo. ¡Qué más quisiera yo
que un político pensara más allá de cuatro años vista hasta las próximas
elecciones o hasta empezar a cobrar su contrato de asesor de Endesa! Será que
poco bosque queda en España donde aprender.
Volviendo al pueblo nos reciben con una sopa de guisantes
con, como no, salchichas para reponer fuerzas y brindamos con cerveza por el
paseo enriquecedor.
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