Victor Voltio Notas de un
emigrante XXXI
Nuevos mundos
¡Poco ha durado el paso por casa! Y yo que pensaba que me iba dedicar los
próximos años a enseñar idiomas a adolescentes hambrientos de conocimiento e
ilustración… Apenas que cogía cariño a la pandilla de alumnos, a despedirse y
otra vez a hacer las maletas. Esta vez el destino me lanza lejos y para rato.
En mi nuevo paradero se habla castellano, pero a primera vista es lo único
en que se parece a España. Vamos, leo el periódico todos los dias y hasta ahora
no he visto noticias hablando de corrupción política. Eso sí, he leído que la
nueva presidenta tenía que descartar a un hombre previsto para ministro porque
tenía una condena por haber tocado el culo a una mujer en el metro hace años.
Con eso, ya no es ministrable. No sé si reírme o admirarlo. Comparado con lo
que tenemos que tragarnos en España… Ah, y el clima, descaradamente
mediterráneo- cielo azul a no poder más, cálido, pero se respira bien debido a
los 700 metros de altura donde se encuentra la ciudad. El calor no aprieta y
por las noches refresca lo suficiente para dormir a gusto.
Llego a mi apartamento alquilado de antemano (departamento que se llama
aquí) y lo primero que me doy cuenta es que en el ascensor falta el 0, o PC,
planta calle. La planta calle es el primero. Bueno pues, cada uno como quiere.
En España, el primer piso muchas veces es en realidad el tercero, ya que pasas
de la planta calle a entresuelo, principal y luego al primero. Cosa de engañar
al cartero y al forastero, así van haciendo ejercicio para subir al primero…
Tampoco falta en el ascensor la chapa que dice: “No usar en caso de incendios”,
solo que aquí dice: “No usar en caso de incendios y sismos”. Y no es para
menos, en la semana que llevo aquí, ya había dos meneos que se dejaban sentir
bastante. La ciudad por lo que veo, está bastante bien organizada, hay carriles
bici, áreas de juego para los niños bien equipados por doquier, de algún modo
me surgen recuerdos de Cuba. Y eso que no he visto un solo negro en toda la
semana, tampoco se ven ciclomotores por la calle, aunque el clima es muy
propicio para ello. Alguna moto suelta, pero nada comparado con Vietnam, donde
por un coche ves mil tuctucs, esas pequeñas motos que suenan tal como se
llaman. El metro en las horas punta, como en Tokio, a rebosar, se entra a
empujones. Y eso, que pasan seguidos, uno detrás de otro. Ayer dejé pasar seis
trenes, porque no había manera de entrar, todos apretados como sardinas en la
lata. Hoy me compré una bici y ya me siento hombre libre. Te conquistas la
ciudad pedaleando. Por cierto, aquí, a la bici la llaman ‘cleta’. Así que
mañana me iré al trabajo en cleta. Los coches circulan, pero no tienen donde
aparcar, a no ser que te metes en un parking carísimo. Y las tarjetas de
prepago para el móvil (aquí ‘celular’), se recargan en- ¡las farmacias!
En España, la vida social
gira entorno de las cafeterías. Entras para tomarte una caña y un pincho, a leerte
el periódico, pues eso, aquí no existe. Es curioso, en muchos sitios no te dan
una cerveza, si no comes algo. Si te la dan, te sacan una jarra de medio litro,
como en Baviera. Pero ¿Quién se toma una jarra de medio litro de birra a las
doce de la mañana? Pues yo paso. A cambio, te ofrecen zumos de frutas (jugos
que se llaman aquí) de lo más deliciosos, frambuesa, chirimoya, fresa, manzana,
lo que ofrece la temporada, de sabor espectacular. Tomad nota, es para copiar
en el verano que se avecina: Los preparan con fruta fresca. Pues es cosa de
comprar en el mercado fruta de la temporada, preparar raciones para consumir,
los metes en bolsitas al congelador y cuando apetece, las sacas, las metes con
agua a la batidora (o se lama ¿liquificadora?, ya me empiezo a liar con las lenguas
castellanas) y te sale un zumo refrescante y sabroso. ¿Vino para el menú del
día? Ni te lo ofrecen. A comer con zumo de piña o de frambuesa. Si me lo dicen
hace una semana, me habría reído. Ahora lo disfruto. Si tienes hambre entre
desayunar y la hora de comer, te bajas a la esquina, donde suele haber un
“mini-market” que ofrece sus soluciones para matar el hambre: todo tipo de
galletas, bocadillos de jamon york y queso y – huevos duros. Te venden el huevo
duro con un sobrecito de sal para te lo comas a gusto. Para acompañar, como no,
zumos variados.
En el mercado, ya te puedes renovar el vocabulario- todo se llama de forma
diferente, bueno, casi todo, el tomate sigue siendo tomate, la manzana y la
naranja también. Pero lo demás- la fresa se llama frutilla, el melocotón
durazno, la judía verde poroto etc, etc. La camarera se llama aquí mesera, que
tiene su razón de ser- al fin y al cabo, la señorita me atiende en la mesa y no
en la cama…
En el trabajo, el entorno político promete. Las energías renovables (aquí
se llaman las ERNC, energías renovables no convencionales, ya que tiran mucho
de centrales hidráulicas, que es una renovable muy importante) se ve con buenos
ojos. Vamos, todo lo que está imposible en España por razones de codicia, aquí se
ve como solución para los problemas de suministro energético. Por eso estoy aquí.
La nueva presidenta, Michelle Bachelet, asume su cargo el 11 de marzo, el día
del accidente de Fukushima. Sera casualidad, pero me lo tomo como buen augurio
para mi trabajo.
Seguiré con mis investigaciones antropológicas y os contaré
Saludos a todos
Victor Voltio
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