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sábado, 10 de enero de 2015

Adaptandome



Victor Voltio notas de un emigrante  XXXVIII
Procesos de adaptación
Pasan las semanas y uno se va adaptando, familiarizando con el ambiente, con la mentalidad del país anfitrión, como siempre que llegas a un sitio nuevo. Los chilenos son gente seria, no les va la sonrisa fácil ni suelen convertir en chistes los problemas que les rodean. En las tiendas, los restaurantes, te atienden con amabilidad, pero si te toca una camarera con chispa y una sonrisa en los labios, casi seguro que es colombiana. Los chilenos son serenos, más espirituales, abundan en la ciudad ofertas de servicios como Yoga, sicología transpersonal, meditación, evolución mental, tiendas de productos biológicos, ecológicos y de vida sana. En las zonas peatonales no faltan los grupos de Hare Krishna y símiles tocando campanitas y otros instrumentos que no me suenan ni los nombres, cantando sus mantras promoviendo los encantos y la gracia de una vida más allá de la realidad cotidiana de la economía del mercado. No es como en el Nepal, en el Himalaya, el ambiente es mediterráneo, eso sí, pero no sé, ¿tendrá que ver algo la altura de las montañas? Es que los tienes ahí, al ladito no más. Sales de la ciudad y te subes a 4, a 5 mil metros de altura en un periquete. Vamos, estas más cerca del cielo que en cualquier parte de Europa. Posiblemente será más fácil que en Europa de encontrarse en la montaña con algún ángel sentado en una roca esperando que se le enfríen las alas o al mismísimo dios contando las ovejas que le quedan.
 O coges el coche y te acercas al mar en apenas hora y media. Y ahí está: EL PACIFICO: tremendo, inmenso, poderoso, que nombre más desacertado, de pacifico no tiene nada, ten cuidado, como se cabree, te despacha un tsunami que ya puedes echar a correr. Esto sí que es una costa brava. El mediterráneo es un charco dormilón comparado con esto. Pero atrae, es poder, es la vida misma. Es que aquí todo es un tanto más grande, más alto, más tremendo y, por sea caso, más peligroso. Como para contar un chiste. Es el entorno que marca los códigos y define el carácter, el arte, el modo de ser de un pueblo, como observaba ya hace tiempo el antropólogo alemán Klaus Dillenberger en su librito “cosas de la vida”.
Me han preguntado algunos por email como están las cosa por aquí, en temas de trabajo. Sí que hay posibilidades.  Hay una demanda notable de técnicos con conocimientos, experiencia y vocación. Fontaneros, electricistas, albañiles, ingenieros. Y se paga bien. Pero ¡ojo!, no es que el español tenga muy buena fama especialmente.  Se les entremezcla a los chilenos el recuerdo histórico de los conquistadores que se llevaban todo lo que brillaba a hostia limpia con las noticias recientes de la actualidad española, donde la corrupción, la estafa, la mentira marca la imagen que se percibe. . Se puede entender que estén un poco reservados al respecto. Voy preguntando y se me dice: “Es que son muy prepotentes. Ya nos hemos librado de ellos una vez, hace 200 años. No hace falta que vengan otra vez para contarnos lo que tenemos que hacer”. Y tienen razón, la deuda externa de Chile está por el 12 % del PIB, y la de España…  bueno, mejor que cambiemos de tema. Pero que tenga muy claro todo aquel que se plantee buscarse el sustento en Chile, que no viene a “hacerse las Américas”, sino que viene a buscarse el pan de cada día. Entonces sí que puede que le vaya bien. El que viene a trabajar honradamente, será bien recibido. Un poco de humildad no le va mal a nadie. Consta que en el 2013 se han venido 38.000 españoles a quedarse aquí para trabajar, pero no hay datos cuantos hayan fracasado en el intento.  ¿Os acordáis como se llamaban a los ecuatorianos que venían a trabajar en la obra de España hace diez años? Los ‘poquemon’, por lo bajitos, anchos y fuertes que estaban. No me he enterado todavía si les han puesto un mote a los españoles aquí.
Lo de la Sacyr en Panamá no es que haya ayudado a fomentar la buena fama de la empresa española: “Es que había más fango de lo previsto, que ahora cuesta 1400 millones más hacer el canal”. En toda Sudamérica han tomado nota de ello y se preguntan si el fango está en el subsuelo del canal o en la mente de los directivos de Sacyr. No, aquí se pide seriedad. Y saben lo que hacen: Viene un terremoto de 8.mucho y a las casas en Santiago no se les cae una sola teja. Se menean y se quedan como estaban, como en los tiempos de los Incas. Eso sí, tendrás que comprar vajilla nueva, que no queda una sola pieza sin romperse. Bueno para el PIB. Lo de los terremotos es chocante: en el del 2010, toda la ciudad de Valdivia se quedó desplazado unos tres metros para el oeste en el mapamundi, según datos de la NASA. Como si nada. Como el toro mecánico en las fiestas de España, pero a lo bestia, que se menea todo, el toro y todo el recinto de ferias.
Acabo de enterarme (me estaba comiendo un perrito caliente en un resto que tiene tele) de un terremoto en el norte, por Arica. 7,9 escala Richter con tsunami de postre, vamos, un meneo serio. Me entero por el telediario, aquí en Santiago no se ha notado nada. Claro, para que nos entendamos, Arica está, pues, a una distancia como Múnich de Madrid, a unos 2.000 km de aquí y sigue siendo el mismo país. Tal como dije antes, aquí todo está un poco más grande, más alto, más lejos. Las distancias y los perritos calientes, que se parecen más a un mastín que a un perrito…
Hasta pronto
Victor Voltio

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