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domingo, 30 de junio de 2013

Noche de luciernagas



VV XXIV
Noches de luciérnagas

¡Qué maravilla! Observo en el jardín de la casa a las luciérnagas que bailotean  por la oscuridad de la noche en busca de novia para reproducirse. Es una de las noches contadas, cálidas y agradables, que se producen en Alemania más bien por error en el GPS de San Pedro. ¡Qué envidia! ¿Será que no ligo porque no me brilla el trasero como a las luciérnagas si voy volando por ahí a ver si se me cae una mariposa en brazos? Precioso espectáculo en el jardín, disfruto de los placeres ajenos y me vuelvo al ordenador a falta de pareja para reproducirme… cosas de la vida.
Un amigo me dice en una visita relámpago a España que en mis epístolas me meto mucho con España, que España sin la picaresca no es imaginable. ¡Ay, amigo, tu como maestro de la pluma clásica, claro está que estás pensando en el pícaro del siglo dieciséis, el lazarillo que le manga un trago de vino al ciego o un cacho de queso a su amo para sobrevivir! Pero yo, como autónomo,  el esclavo moderno del siglo 21, estoy hablando de los pícaros del siglo 21, los que estafan y roban a los ciudadanos para vivir de puta madre sin trabajar, no para sobrevivir, sino para pagarse el todoterreno con cuatro tubos de escape, las putas y el champán. Y los esclavos nos empapelamos la pared de la oficina con pagarés sin fondo. En el siglo XVI, el pobre robaba a los ricos para comer, ahora el rico roba a los pobres sin el más mínimo escrúpulo para que su mujer vaya en Jet privado de compras a Milán. Pequeña pero importante diferencia. Pero la total ausencia de escrúpulos del pícaro del siglo 21 se basa en la romántica idea del lazarillo, y hasta las victimas lo aceptan: me ha engañado, ha sido más chulo que yo, me lo he merecido por tonto. Eso vale a nivel personal tanto como a nivel político. ¡Que disfrute el más chulo y que se joda el honrado!
¡Qué más quisiera yo que echarle flores, alabos y piropos a mi querida España! Pero me lo pone difícil. ¿Quieres que le eche flores a Bárcenas por listo? ¿A Roca? ¿A Camps? A…a…a… No, no lo creo. Me entran ganas de sacar un chorizo al mercado con la etiqueta: “Chorizo Bárcenas- denominación de origen Soto Real- 100 % chorizo ibérico” y para mí, la crisis se habría acabado. Seguro que se vendería como rosquillas. Sí, que me meto mucho con España, claro, como no, es que la quiero mucho y quiero que esté bien. Soy el amante desesperado al que la querida no le hace ni puto caso y sufro la desdicha igual que millones de parados más. Mientras tanto, ella se deja encandilar por los chulos, menea las caderas y hace como que no se entera de lo qué está pasando. Como no voy a decirle: “Espabila, mi amol, ¿no te das cuenta que te engañan?” Volveré a hablar bien de ella cuando en los pueblos la persona más apreciada será el que mejor cante la jota y no aquel que tenga el coche más grande. Volveré a hablar bien de ella cuando se dé cuenta que el tiempo vale más que el dinero. Volveré a hablar bien de ella cuando se acuerda de que la felicidad no está en los centros comerciales. Seguro que sabes que gritaba la gente en la época de Fernando séptimo cuando echaron a los franceses: “ ¡Vivan las cadenas!”. Estamos en lo mismo, pero hoy, 200 años más tarde, las cadenas no son de hierro, son de oro y el oro pesa más que el hierro.
Dentro de lo que cabe, un feliz verano a todos. Me he fijado que este año nadie habla de las vacaciones- unos se callen, porque no les llega para ir a ninguna parte, otros se callan por que sí que les llega…

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