Notas de un emigrante IX
Berlín me pone nostálgico. Por
un lado por haber estudiado aquí, pero también porque la ciudad tiene bastante
parecido con las ciudades de España: Bares y cafeterías por todas partes, un
20% de parados y otro 16% de la población que malvive con el subsidio. No falta
ni el rumano en la calle con su inseparable acordeón. Para colmo coincido con
media docena de amigos de España pasando el puente en la capital alemana y casi
echo a llorar de emoción. Llegué aquí con un coche cogido en una agencia
autostop por internet. 'Mitfahrgelegenheit' es la palabra que poner en
Internet, tomad nota, es el mejor medio de transporte en Alemania con
diferencia. Barato y ameno. Mi chofer de ida resulta ser un austríaco de unos 40
años, guapo y encantador. Me cuenta que tenía en Berlín una empresa de Catering
con 80 empleados, pero a causa de la quiebra de dos empresas clientes antes de
cobrar el, quebró la suya también. Así que estas desgracias no solo pasan en
España... Ahora se gana la vida suministrando víveres y consumibles a los
barcos de cruceros fluviales que surcan las aguas del Danubio y del Rin. Y no
le va mal, según dice. A 160 por hora a piñón fijo (en el carril del medio para
dejar sitio en el de la izquierda para los que tienen prisa, ya lo expliqué en
las notas 2) conversamos animadamente sobre las intrigas de los integrantes del
Club Bilderberg y las artimañas del poder en general y llegamos a Berlín en un
periquete.
Berlín me parece anticipar
de alguna manera como serán las ciudades españolas dentro de pocos años. Menos
en las millas de oro como la Friedrichstrasse o el Kurfürstendamm, se ven
espacios públicos descuidados y gente mal vestida. Pero se ven pocos mendigos,
digo a mi amiga anfitriona. Me hace una mueca y contesta: '¿y a quien van a
pedir algo? ¡Si en este barrio no sobra un céntimo a nadie!' Dice el alcalde
Wowereit: “Berlín es una ciudad pobre, pero sexy!“ Y de alguna manera tiene
razón. Es políglota a no poder más, efervescente, viva y siempre sorprendente.
Si te quitas de la cabeza el glamour de las ciudades españolas, descubres la
gracia de Berlín, aunque tenga menos esplendor. Locales que ofrecen delicias
del mundo entero, tiendas con las ofertas más inverosímiles, comida biológica
para perro y gato, peluquerías para diseño de pubis, páginas enteras se pueden
llenar con las cosas que se ven. Curiosamente, no hay chinos 'todo cien'. De
moda están cafés o bares-tienda, si te gusta algo de la decoración, te lo
compras y te lo llevas. Cambio constante- tal como llamaba un pintor conocido
de Zaragoza su planteamiento artístico.
Desplazándome en el
metro estoy sentado en un banco y en el
banco vacío de enfrente surge del baúl de mis recuerdos una chica de mi época
de estudiante. Tenía el pelo liso, el cuerpo fino, vestía vaqueros y una
sudadera de color gris verdoso. Estaba sentada enfrente de mí y de alguna
manera se nos enganchó la mirada con los ojos medio cerrados, casi como dormitando.
Nos mirábamos y por un casi imperceptible amago de sonrisa en la punta de sus
labios sabía que ella estaba pensando en lo mismo que yo. Mientras el tren
seguía su recorrido, nosotros nos seguíamos mirando. Con los dedos de la mano
derecha acariciaba yo mi brazo izquierdo
de forma disimulada y ella sabía que la caricia era para ella. Me contestó con
un movimiento similar y una burbuja de sensualidad nos aislaba de los demás
pasajeros. Nos entregábamos el uno al otro de una forma cada vez más evidente. No
recuerdo el tiempo que duraría el viaje. Llegando el metro a su parada, se
levanta ella, me sonríe abiertamente y me dice: „Gracias por el polvo“ y se
marcha por la puerta. Carraspeo y contesto: „el placer ha sido mío“, pero ya no
me podia oír.
En fin. Recuerdos. Berlín
siempre sorprende.
Si conoces los pueblos de
España, cada vez más de ellos alumbrados por la noche con farolas LED,
sorprende también ver que en Berlín, la capital del país puntero en tecnología,
en muchos barrios se iluminan las calles con farolas alimentadas con gas. Si,
lo que oyes- con gas, como en los tiempos de Unamuno. Sólo faltaría ver un
carruaje de caballos por la calle para completar la imagen urbana de finales
del siglo 19. Pero iluminan bien, lo suficiente para esquivar las cacas de perro
en la acera, sin sacar del bolsillo la linterna que siempre conviene llevar en
Alemania.
La jornada a la que asistí,
prometedor. El gobierno de Tailandia está decidido a fomentar las aplicaciones
de la energía solar en sus industrias, facilitando créditos y contactos.
Mientras en España, el empresario está convencido que 'esto de la energía
solar' no funciona y el gobierno pone trabas en vez de ayudas, los competidores
en Asia espabilan y avanzan en su modernización. Cae el dato que China hasta el
año 2020 quiere tener instalados 300 millones de m2 de térmica solar, vamos, un
ritmo de 40 millones de metros2 cada año. Como si nada. En España se instalan
al año unos 100.000 metros, más o menos, si es que llega.
El viaje de regreso a mi
pueblo lo hago con el mismo sistema de coche compartido. Esta vez me toca un
chofer que ha trabajado años en organismos oficiales en los países que me
interesan como destino para mis objetivos en energía solar: India, Pakistán, Turquía.
Me dice que tiene en sus archivos decenas de señas de empresas que puedan ser
posibles clientes para mí y que me los mandará por mail. Intercambiamos
tarjetas y nos despedimos hechos amigos. No es lo mismo que te concedan 20
minutos de entrevista en una embajada que pasar juntos 5 horas en un coche con
tiempo de hablar distendidamente de todo. Y ahora- ¿tengo que decir: menuda suerte de no tener dinero
para el billete de tren?
Me atengo a Rubén Blades:
" ♫la vida te da sorpresas, ♫sorpresas te da la vida, ♪ay dios..♪♫.."
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