Bueno, ¡esto no
empieza mal! ¡El primer trabajo remunerado en Alemania! No ha sido
el Inem alemán que me lo haya proporcionado, sino un viejo contacto
en la industria solar. Para más inri, ¡hay que desplazarse nada
menos que a Vietnam! ¡Halas pues! A hacer las maletas otra vez. ¡Voy
payá!
Vietnam es un país
encantador. Asfixiante el calor húmedo, pero refrescante la conducta
de la gente. La picaresca no existe en la mente de la gente, ni
tampoco como termino en el diccionario. Al parecer se debe al
concepto religioso de la reencarnación, - embaucar, estafar, mentir
y engañar aumentan considerablemente tus posibilidades de renacer en
un nivel inferior de existencia, como gusano, pulga o ladilla, con
algo de suerte. En el mundo católico, con cuatro Ave Marias y dos
Padre Nuestros te vuelves a allanar el camino al cielo después de
pecar como si nada, lo que reduce los escrúpulos considerablemente
(en casos graves se aceptan donaciones).
Un siglo de
reiteradas guerras duras y ganadas le ha dejado muy claro al pueblo
vietnamita el valor y la importancia del colectivo en la lucha por la
supervivencia y se les ve sanotes y alegres. Sin respeto al próximo,
un colectivo funciona mal, como bien se ve en España y el contraste
salta a la vista. Por supuesto hay corrupción, pero te juegas el
cuello, si te pillan.
Por cierto, son
bebedores de café y no hay mendigos en la calle.
El trabajo consiste
en la instalación de un sistema solar para el calor de procesamiento
industrial en una fábrica textil. Una fábrica moderna, nada de
tercermundista. Limpieza absoluta, iluminación LED, lo último en
eficiencia energética, estoy impresionado. Buen comedor para l@s
emplead@s. 2500 trabajadoras que al final de la jornada salen en sus
pequeñas motos del portal de la fábrica como las abejas de su
colmena. Una imagen preciosa desde el alto del tejado donde colocamos
las placas. Un ingeniero de la empresa, ecuatoriano, se apellida
Aragón, me hace sentir como estar en casa. La maquina se pone en
marcha y funciona a la perfección, le ahorra a la empresa unos 150
000 litros de gasoil al año, que se dice pronto. Y eso que no son
más que unas hileras de cajas negras en el tejado.
Se me encoge el alma
pensando en España, en la poca partida que se saca a la energía
solar ¡Con la materia prima que hay a disposición sin coste alguno!
Pronto será un problema de competitividad para la economía
nacional. Pero el prejuicio de que la tecnología solar no cumple las
promesas está muy arraigado entre la población y con cierta razón.
Es que la energía solar tiene una sola pega: no tolera la chapuza.
Un sistema convencional mal diseñado y/o mal instalado (que son casi
todos) siempre funciona, pero consume más combustible de lo
necesario. Pero como el usuario no se entera, da igual. Un sistema
solar, que no consume combustible, contesta a un mal diseño con
menos producción de calor y el usuario sí que se entera. Y se le
hecha, como no, la culpa a la tecnología.
En cuatro semanas de
estancia en Vietnam, no nos ha salido ni un solo chulo de turno para
sacar provecho de nuestra ignorancia del idioma. Todo lo dicho era
cierto. El cambio, las facturas, las indicaciones, todo. Hanoi.
Imagínese las fiestas del Pilar, pero con tropecientos mil motos de
por medio. Eso es la vida callejera de Hanoi en un día cualquiera.
Pasar unas horas en un cruce observando cómo se mezclan las motos de
ambas direcciones sin parar ni chocar entre sí, cruzando sin roces,
es una experiencia peculiar. Se parecen más a gotas de agua que se
mezclan y se separan que a personas en moto. ¿budismo Zen aplicado
al tráfico urbano? ¡Vaya saber Ud! Me llama la atención el aspecto
de los pocos policías que se ven. Llevan ropa tropical ligera de
color verde apagado, se les podría confundir con jardineros
municipales, a no ser por la gorra, que dice: ‘policía’. No van
armados, ni porra ni pistola. Me gusta la ausencia de agresividad en
su conducta y apariencia. Hasta las putillas tienen su gracia. Si ven
a un hombre paseando sólo, se acercan en su moto y dicen sonriendo
en inglés: ‘Hola Señol, no tengo malido…’ y te invitan a un
paseo. Si te pasean en la moto y luego no te apetece profundizar, le
das una propina para la gasolina y tan amigos. He disfrutado mucho
trabajando en un país prospero y alegre, donde por lo que he visto
se aprecia la honradez y no se confunde la delincuencia con la
astucia.
Si, ahora que lo
pienso, lo que me llevo de Vietnam es el recuerdo de la ausencia de
agresividad. Sorprendente, si piensas que echaron a los franceses de
su país, a los chinos y ni los matones supuestamente invencibles de
los Estados Unidos han podido con ellos.
Espero poder volver
pronto.
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