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domingo, 17 de julio de 2016

Terra tremens



VV XLVIII
Terra tremens
Bien. Por fin parece que esto se ha calmado.  Como dice el marinero cuando llega al puerto  después de un tiempo en alta mar: “feliz de pisar tierra firme otra vez”. Así nos sentimos después del terremoto. Bueno, esperemos queasí sea, porque vaya semanita que nos han dado las réplicas del sismo. No es que cunda el pánico, no, es más bien molesto, y mucho. Estas escribiendo en el portátil y de repente tiembla la pantalla. Y la mesa. Y la casa. Un ratito. “Mecaguen..” piensas y estas atento por  si va a más. Estas en una reunión y vibra la mesa con las tazas de café y como que no pasa nada. Es una sensación como vivir en un barco, notando casi imperceptiblemente el rugido distante del motor. O como ser una pulga que vive en la piel de un elefante y se le contrae el cuero al paquidermo cada vez  que le pica un mosquito. Irritante. Ya pensaba que fantaseaba, que me lo imaginaba, traumatizado por un evento extremo o algo así. Todo el tiempo me parecía que temblaba la tierra, por la mañana, por la tarde, por la noche. No, no era mi imaginación, ni un trauma. Es que la tierra temblaba, vibraba, tiritaba, por la mañana, por la tarde y por la noche. Para colmo hay que estar agradecido que sean muchos temblores pequeños en vez de otro gordo.  Acabas hasta la gorra. Yya van  cinco temblores del calibre seis en la escala Richter de postre al plato gordo, que esto ya es algo más que una picadura de un mosquito.
El terremoto en sí, casi contento de haberlo vivido. Es algo para contárselo a los nietos, si toca. Una experiencia única (espero), inolvidable y existencial. Todos nos acordamos de donde estábamos cuando el atentado al World Trade Center en Nueva York en el 2001. Es peculiar- si te pregunto, donde estabas en tu cumpleaños el año pasado, puede que te cueste recordarlo. Pero el momento del atentado lo tenemos todos ubicado. Un terremoto es un acontecimiento igual de extraordinario. Siempre sabrás donde has estado en el momento de…  Se te queda grabado en la memoria como un tatuaje para siempre,lo visual – y el sonido. Algo tremendo el sonido–una especie de  trueno,  pero uno que no viene de las nubes de una tormenta, más bien es un rugido que viene desde muy abajo o de todas partes.
La suerte quiso que me tocara en un supermercado, ahí la experiencia es, como ya contado, más bien pintoresca que otra cosa, una vez que superas el susto.Primero piensas que es cosa tuya, una bajada de presión, un amago de desmayo. Como el efecto de una calada de porro demás. Todo se empieza a mover alrededor tuyo y no entiendes porque. Luego, cuando empiezan a saltar los productos de las estanterías te das cuenta que no es cosa tuya, que es … ¿Qué? Hostia, un terremoto. Tardas en darte cuenta por novato, el alivio que no sea un desmayo amortigua el susto, te sujetas y, si, de algún modo disfrutas el espectáculo de lo que pasa alrededor tuyo. Es que no lo has experimentado nunca. En un homecenter (así llaman aquí las tiendas tipo Leroy-Merlin) ya es otra cosa, las estanterías son más altas y las cosas que te puedan caer encima pesan más. Qué final miserable de un currículo sería: “Le mató una taza de wáter que le cayó en la cabeza en un terremoto”. No se lo deseo ni a mi peor enemigo. Pero en los homecenter de Chile, las estanterías están bien atornillados en el suelo y ahora entiendo porque en todos los estantes un alambre te complica sacar los productos: por sea caso que haya un temblor y que no caiga nada. Previsores, los Chilenos.
A una amiga le tocó en el coche camino a casa. Paras como puedas y mientras botas contra la puerta del vehículo por el impacto del sismo ves como la cinta de asfalto delante de ti está haciendo la ola como el público en un estadio de futbol después de un gol. Esta imagen se te queda grabada en la memoria  para siempre como un videoclip. Y de vez en cuando lo ves antes de dormir, quieras o no.
Vivir la experiencia de un terremoto en un túnel de la autovía, pues la verdad es que creo que es totalmente prescindible para sentirse feliz. Ahí desde luego no se vive  nada más que angustia y miedo. Aunque no se haya desplomado ningún túnel en Chile por un terremoto. Competentes, los ingenieros chilenos
Ahora, de momento, parece que pachamama se ha vuelto a dormir después de despertarse con un sobresalto y para mí, que se quede dormidita  para lo que me toca vivir todavía en este bonito país. Le cantaré alguna nana dulce de vez en cuanto.
Un saludo desde el país de tierras movedizas
Victor Voltio

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